lunes, 13 de marzo de 2017

Los indocumentados en Estados Unidos.

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Son 11 millones, dicen las mejores estimaciones, los que trabajan en los campos estadounidenses, hasta arriba de las torres a medio construir y en las cocinas de los restaurantes, y llenan los salones de clases, los centros de detención y los juzgados de inmigración en Estados Unidos.

En el imaginario popular, los no autorizados – las personas que viven en Estados Unidos sin permiso del gobierno estadounidense – son hispanos, en su mayoría mexicanos, y cruzaron la frontera suroccidental en secreto.

Para sus defensores, son familias y trabajadores que aceptan empleos que nadie más quiere, no se meten en problemas, están aquí solo para ganar suficiente para tener vidas mejores y más seguras para ellos y sus hijos.

En la Casa Blanca, son parias, criminales que amenazan los barrios estadounidenses, se roban los empleos estadounidenses, sangran los recursos estadounidenses y explotan la generosidad estadounidense: son personas a las que se debería expulsar y así será.

Los inmigrantes no autorizados pueden ser muchas de estas cosas y más. Once millones permiten una gama considerable, cruzada de contradicciones.

Es posible que no haya un símbolo más poderoso de cuán obsesivamente los estadounidenses asocian a la inmigración ilegal con México que el muro que el presidente Donald Trump ha propuesto construir a lo largo de la frontera sur. Sin embargo, muchos de los no autorizados no son mexicanos; casi una cuarta parte ni siquiera son hispanos.

Después de México, Guatemala, El Salvador y Honduras, el mayor número de inmigrantes no autorizados corresponde a China (aproximadamente 268 mil). Y China es uno de los 23 países que no cooperan con las deportaciones. (El gobierno de Trump ha prometido presionar a los 23 países para que lo hagan.)

Tienden a ser más jóvenes – el Centro de Investigación Pew ha encontrado que la media de los inmigrantes no autorizados adultos es cerca de una década más jóvenes que los adultos nacidos en Estados Unidos, y hay un poco más hombres que el resto del país.

La geografía y la demografía son solo dos formas de categorizar a estos 11 millones.

Las circunstancias ofrecen otra: al buscar endurecer el control sobre los inmigrante no autorizados, Trump tratará de resolver la situación de una población de personas que llegaron de varias formas y por una miríada de razones, y cada porción presenta sus propios desafíos.

Permanecer después del vencimiento de la visa Algunas personas aguantan el largo viaje a pie, por tren, por barco – algunos lo hacen con contrabandistas – para lograr cruzar la frontera. Sin embargo, para un creciente número de inmigrantes, el estatus de ilegal llega de un día para otro, sin dar un solo paso.

Cada año, desde el 2007 al 2014, más personas se unieron a las filas de los ilegales cuando se quedaron en Estados Unidos al vencerse sus permisos temporales de visitantes que por haber cruzado subrepticiamente la frontera mexicana, según un informe de investigadores del Centro para Estudios de la Migración.

Un estimado parcial del gobierno, dado a conocer el año pasado, dice que 416 mil 500 personas cuyas visas de negocios o de turistas habían vencido en 2015, seguían dentro del país en el 2016.

No se contó a las personas que llegaron al país con visa de estudiante o con permiso temporal para trabajar.

Números como estos han convencido a algunos conservadores de que el gobierno federal necesita preocuparse más por la gente que abusa de su situación legal temporal que por la seguridad fronteriza.

En el 2005, Wei Lee y su padres llegaron a San Francisco con visas de turistas, procedentes de Brasil, a donde éstos emigraron desde China y tenían un restaurante en las afueras de Sao Paulo. Permanecieron en Estados Unidos al vencer sus visas.

Después de que lo robaron y golpearon en el 2013, Lee recibió hace poco una visa U, las que se reservan para las víctimas de algún crimen.

Sus padres, no obstante, siguen siendo no autorizados.

“Algunas personas entienden mal, piensan que la gente viene aquí y permanece al vencimiento de su visa en forma intencional, pero existen todos estos factores de tira y afloja”, notó Lee, de 28 años, un estudiante de licenciatura que ahora trabaja con jóvenes asiáticos no autorizados.

“Mis padres tuvieron que tomar una decisión de vida”.

Después del vencimiento de su visa de turista con la que Rebeca, una ex reportera de la televisión venezolana, entró en Estados Unidos procedente de Venezuela, encontró trabajo como niñera, luego consiguió empleo como diseñadora en un negocio de ropa en el sur de California. Rebeca, ahora con 30 años, dijo que salió de Venezuela después de que la atacaron y de que recibió amenazas de muerte por protestar contra el gobierno tras la muerte de Hugo Chávez.

Solicitó asilo, pero pasarán años ante de que si quiera se considere su caso: en Los Angeles, los funcionarios de inmigración están programando comparecencias para las personas que presentaron su solicitud en el 2011.

bibliografía:
El Diario de EL PASO. (Marzo 2017). La realidad de los indocumentados en Estados Unidos. Recuperado el 13 de mazro del 2017  de:  http://diario.mx/El_Paso/2017-03-12_3261210d/la-realidad-de-los-indocumentados-en-estados-unidos/

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