jueves, 9 de marzo de 2017





El efecto Mandela.

El “Efecto Mandela” deriva su nombre de una figura histórica cuya muerte algunos recuerdan que ocurrió en los 80 o comienzos de los 90 del siglo XX (“Mandela murió en prisión”), mientras que otros recuerdan que ocurrió el 5 de diciembre de 2013, como confirma la crónica actual o depósito de los medios de comunicación de la memoria colectiva. Esta fecha está registrada en la memoria actual registrada (CRM= current recorded memory).

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El Efecto Mandela puede ser definido como una anomalía mnemotécnica. Mnemotécnico significa “relativo a la memoria y el proceso del recuerdo”. Deriva del griego antiguo mnemonikos, íntimamente relacionada con Mnemosyne: la madre de las nueve Musas.

Mucha gente ignora el Efecto Mandela, pues lo consideran otra operación psicológica de internet para desviar la atención, o simplemente un mal recuerdo. Si es una operación psicológica, como podría ser realizada, es una cuestión no resuelta. Tampoco sabemos quién y con qué propósito se realizaría. Son grandes preguntas. Por lo que yo sé, nadie hasta ahora ha presentado un argumento convincente a favor de esta opinión del fenómeno. (En el análisis, examinaré un hipotético argumento a favor de la explicación de la operación psicológica). Si se trata de un caso de mala memoria, entonces queda por explicar cómo miles o cientos de miles de personas pueden recordar mal exactamente de la misma manera.
Fijaos en que el Efecto Mandela invariablemente produce una división, una divergencia, no solo en los recuerdos sino en las personas que tienen recuerdos. Este hecho nos recuerda el viejo chiste: “Hay dos tipos de personas en el mundo, los que piensan que hay dos tipos de personas en el mundo y los que no”.
Las dos líneas de memoria sobre la muerte de Nelson Mandela componen el caso inicial del fenómeno de anomalía mnemotécnica que lleva su nombre. Por lo tanto, se dice que los que recuerdan acontecimientos que no están preservados en la crónica actual están bajo el Efecto Mandela –que ahora se aplica a todos los casos del Efecto, no solo al caso inicial–. Las personas que recuerdan los acontecimientos de manera coherente con la evidencia que muestra la crónica actual, y que no ven ninguna diferencia de recuerdos, también están bajo el Efecto Mandela de otra forma. Sin embargo, no se les puede ignorar diciendo que recuerdan mal, porque las pruebas que existen en el registro actual (textos, noticias, fotos, secuencias de imágenes, archivos de internet, etc.) verifican sus recuerdos.

Bibliografía:
John Lamb Lash. (2016, octubre). EL EFECTO MANDELA. Desglose [PDF file]. Recuperado de:
http://metahistoria.org/wp/wp-content/uploads/2016/12/El-Efecto-Mandela-01.-Desglose.pdf

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